lunes, 17 de marzo de 2008

detener el tránsito!




















Mi vida en la ciudad de santiago ha sido un tránsito constante.

Nací en la periferia, crecí en el centro; habito en la periferia, me desenvuelvo en el centro. Siempre fui de un punto a otro: De la escuela a la casa, de la casa a la escuela; De la universidad a la casa, de la casa a la universidad; De la casa de un amigo a la de otro.

Desde que era niño y hasta ahora he considerado la cuidad como una agrupación de lugares sin conexión, antes parecía no importarme, pero cada vez más se formaba en mi cabeza la idea de que nadie se preocupaba por tratar de unir estos puntos, ni siquiera se preocupaban de que los trayectos entre uno y otro fueran los más óptimos o agradables.

Me considero una de las tantas personas que se mueven dentro de la capital sin detenerse mucho, que no pertenecen a la vida cívica y que parecen andar buscando refugio de una ciudad que no los quiere, que lo único que hace es generar flujos, cada vez más caudalosos y más vertiginosos.

Fue participando en estos trayectos, mirando los rostros de la gente agotada y los lugares gastados y como ambos participan en un matrimonio que refleja todo lo que somos como país, que me di cuenta que hay pequeños detalles que pueden aportar un granito a que cambiemos de actitud.

Puede sonar un tanto lunático, pero cada vez que me sumerjo en este ciclo abismal, me detengo y pienso “debo mirar a esta gente a los ojos y sonreír”, incluso a veces trato de ser irreverente a propósito para ver si por ultimo hago reír un poco a la gente, aun que sea exponiéndome al ridículo.

Es quizás este afán por detener un poco el tránsito, por causar una pequeña pausa en el camino de la gente el que me ha llevado a interesarme por el diseño, no digo que la publicidad o la señalética le vallan a cambiar la vida a la gente, pero si pueden provocar un pequeño cambio en la expresión de sus rostros, algo estamos haciendo bien.

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